Neuquén es tan grande que cincuenta son nada. Es que no importan las cuadras. Ni siquiera se notan. ¿O es que Neuquén es tan chico y la gente no se cansa?
Sin callarse caminan, sin parar. No se cansan. Pasan y pasan hacia el centro del pueblo. Van como pájaros al atardecer, en bandadas. Y sus bombos cantan, y sus pasos hablan. Y la gente “común” mira desde las ventanas. Algunos se atreven y salen a las veredas. Simulan no verlos ni conocer sus cantatas. Cuando los pueblos caminan no le importan las miradas. Los demás, ya lo saben, son confundidos pedazos de la propia masa. Y su andar todo el tiempo, más temprano que tarde los unirá a la marcha. O moriremos en el intento.
Allá arriba en el centro, los compañeros descansan. Frente a la catedral, esperan entusiastas. Ya no de a cientos…de a miles, y también cantan. Acá atrás, las voces de los pueblos cuando callan dicen cosas más fuertes que cuando hablan. Por que se oyen los murmullos de gotas en su cara. Y con gracia se entremezclan, se comparten los grupos. De a dos, de a tres de a miles. Se firman las banderas y comparten el agua. Blancos y mestizos, viejos y pendejada, hablan de sus metas, y de sus objetivos. Hablan del futuro, de política y lucha, del club y la barriada. Y nadie sabe a donde van. Ellos lo intuyen quizás, pero sin darse cuenta, o sí, porque saben que falta. No mucho pero falta.
“Soy de la Fundación Hombre Nuevo, venimos de Tucumán, somos dos grupos, articulados trabajando en lugares distintos, algunos en la CTA y otros en organizaciones sociales. Acá veníamos hablando con algunos como compañeros de La Tupac, imposible no cruzarnos con algunos, buenísimo la fuerza que tienen…” dice Darío, bandera albiceleste al hombro.
Agrega que “queremos tratar las estrategias para la construcción de poder en las organizaciones. Primero la educación, ver de qué manera las organizaciones sociales también podemos acceder a dar propuestas educativas y educar en ámbitos no formales y además incluirnos dentro de los gobiernos de las escuelas. La segunda sobre el campo popular, estrategias comunes para poder romper el círculo vicioso que quiere la división del campo popular. También la soberanía alimentaria y la cultura popular y la comunicación”, resume.
En el medio de todos van dos señores. Tendrán setenta de edad, pero doscientos de ganas. Al compás de los otros saludan a los buses, y manguean mates. José Luís Álvarez, presidente del Centro de Jubilados de Junín cuenta que “estamos trabajando para la reconstrucción del ferrocarril, para reactivar ese transporte económico, seguro y ecológico y unir los pueblos como sentido social. Peleamos por el 82 por ciento móvil, y para que el gobierno no nos toque nuestro dinero, que solo se aplique para nuestra jubilación que es lo que nos merecemos. Nos sumamos a la Constituyente Social porque decidimos no delegar más, tener dentro del Estado a todos nuestros representantes. El 78 por ciento de los jubilados están cobran por debajo del nivel de pobreza”. José habla por todos y confía en que “la Constituyente Social es la herramienta para hacer la integración de país que necesitamos”
La juventud, entre las sombras de los álamos, libre y contenta. Respira lo que a su alrededor encuentra y lo devuelve, en fuerza, en idealismo en lucha.
Ariel Leguizamón llegó desde Santiago del Estero, con sus compañeros del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MoCaSe). “Hay que avanzar en el tema organizativo por la economía regional, compartimos y apoyamos la lucha de los trabajadores porque desde allí podemos cambiarla. En Santiago se siente muchísimo el avance de la soja en nuestra economía, también la tala de bosques que ha hecho que cambien los ecosistemas de los bosques. El MoCaSe plantea no solo la posesión de la tierra sino todos los ámbitos, los problemas del campesinado porque ellos son el motor de Santiago, la cuestión alimentaria, la soberanía territorial, son pilares fundamentales” pide. Nada más, nada menos.
Los pueblos que caminan son alegres. En sus rostros hay luz, rasgo tras rasgo de esperanza. Raíces fuertes. Retazos de historia viva y ardiente que es lo que más impacta. Caminan sin tapujos pero vestidos de hazaña. Como los colores de los ponchos de sus abuelos indios. Con eso se tapan y camuflados en el paisaje marchan.
“Somos varias naciones presentes aquí hoy, “Quilmes, Quechuas y Aymara, kolla de Argentina y Bolivia. Cuenta entusiasmada Minda Waymatusuj. Ella vive en La Plata. Habla con mucha fuerza, muestra con cada frase mucha sabiduría. “Venimos a la Constituyente Social con la intención de unir las fuerzas en la unidad de los pueblos para poder vivir en un mundo mas armonioso y equilibrado. Habrá que replantearse nuestra vida en el sentido de la estrategia poder avanzar y tener un mundo mejor, para vivir bien, defendiendo la madre tierra, nuestra pacha mama…
"En el caso de nuestros pueblos originarios se sigue saqueando nuestros recursos naturales y territorio, se sigue matando a nuestros pueblos como el asesinato de nuestro hermano Wichí en Chuchagasta, Tucumán, muerto por terratenientes y policías. Queremos un Estado multinacional, en el que nos respeten y reconozcan con nuestras tradiciones, cultura, instituciones, idioma y jurisprudencia y fundamentalmente con las ganas, los sueños, y el deseo irrenunciable de ser libres, soberanos, de tener dignidad. Eso es lo q mas nos debe mover. Por eso los saludamos con un Hallalla en Aymara y un Kausacha en Quechua. Gracias al pueblo Mapuche que nos ha recibido muy bien. Un saludo para todos nuestros pueblos, para la alegría de la vida, para que seamos felices”, finaliza.
Esa palabra responde la pregunta de los pedazos de masa confundidos asomados en sus ventanas “¿hacia donde caminan?”. Son los pueblos que caminan, señores… hacia ser felices.
Producción y textos: Ever Benitez, Corrientes