Apuesta a un pueblo que delibera, construye organización popular y el poder necesario para ser dueño de su destino. Cree que se necesita una nueva institucionalidad, y advierte que entre cuatro paredes “la realidad suele mentir” y el posibilismo “hasta puede transformarse en represión” si se confunden justos reclamos populares con desestabilización.
He aquí parte del diálogo mantenido con ACTA:
¿Qué expectativas están depositadas en Neuquén?
Le estamos dando continuidad al proceso de construcción de la Constituyente que se ha venido desarrollando con mucha fuerza desde el año 2007 y que tuvo su punto más alto en Jujuy donde concurrieron más de treinta mil compañeros.
¿Cómo definiría a la Constituyente Social?
La Constituyente es para nosotros la estrategia de unidad del movimiento popular más alta que existe en la Argentina y está teñida del mismo signo de cambios que atraviesa todo el continente. Siento mucho orgullo de ser parte de esta iniciativa que pretende encausar a nuestro país hacia un modelo distinto. Sólo en mi provincia hemos realizado más de cuarenta encuentros preparatorios. Participaron organizaciones sociales, religiosas, partidos políticos, sindicatos, organismos de derechos humanos. Cada encuentro sirve para medir como va creciendo esto desde abajo.
¿Cuál es ese modelo?
Está claro que 26 años de democracia formal no han dado respuesta a las necesidades del movimiento popular. En muchos casos se retrocedió. Necesitamos profundizar la democracia y darle nueva significación a las instituciones. Tenemos que encontrar mecanismos que modifiquen el funcionamiento del Estado que sigue privilegiando el enriquecimiento de los que más tienen mientras reprime a los pobres y a los que piensan distinto o no se subordinan al clientelismo.
¿Revertir un Estado que sigue estando al servicio de la dominación de los sectores populares?
A la estructura del Estado que los sucesivos gobiernos de la democracia no han modificado, se le suma la actitud de algunos gobiernos que además consolidan el esquema de dominación. Me refiero a la actitud de captación, división y represión de los sectores populares. Al intento de imponer la falsa contradicción entre oficialismo y oposición consentida.
Todo ello, en medio de un alto panorama de alta confllictividad social.
Claro, los conflictos se suman. Trabajadores de subterráneos, petroleros, mineros, por todos lados los trabajadores buscan organizarse para pelear por sus derechos. ¿Y qué se hace?. En nombre del bienestar o la unidad de esos mismos trabajadores se condenan todos estos intentos a la ilegalidad o se les responde con represión. Al mismo tiempo se intenta una reforma política que lo único que pretende es salvar el viejo bipartidismo. Es decir, tratan de ponerle límite a la entrada en escena de las organizaciones libres del pueblo. Y por supuesto, el broche de la deuda externa, otra vez el verso de la “deuda buena”, “deuda mala”.
¿Cuál es la diferencia entre el "posibilismo" y el limite natural que marca la relación de fuerzas?
La relación de fuerzas se mejora a través de la profundización de los cambios en beneficio de los sectores populares. Posibilismo es gatopardismo, decir que no se puede hacer lo que en realidad no se quiere hacer.
¿Existe un estado de cosas destituyente como asevera el gobierno?
No se puede confundir con desestabilizadores a la gente que acampa en las rutas y avenidas, que sale a la calles a reclamar trabajo. No se le puede tener desconfianza al pueblo. Cuando uno cree que las cosas se pueden decidir entre cuatro paredes la realidad suele mentir y el posibilismo puede transformarse en represión.
Entonces, la semana que viene la cita es en Neuquén, ¿es así?
Exacto, para demostrar que la Constituyente Social es lo otro. Pensamos en un pueblo que delibera, construye la unidad de sus organizaciones y se prepara para reclamar el poder y la herramienta para construir el país que merece.
Fuente: ACTA
