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En los últimos años el debate sobre el medio ambiente, el cambio climático y el desarrollo sustentable comenzó a ocupar espacios prioritarios en la agenda pública. De ser un tema marginal, limitado a unos pocos especialistas, pasó a ser debate en todos los estamentos de la sociedad, y los trabajadores también tuvimos que hacernos cargo de la temática. El cambio climático, el avance del capitalismo sobre las fronteras medioambientales, la sobre-explotación de los bienes comunes nos obligan a pensar otros modelos de desarrollo que superen el modelo actual.

Por Fito Aguirre

Intereses poderosos y predadores se juegan hoy en el mapa del desarrollo, por eso diseñar estrategias de acción unitarias que apunten a consolidar el desarrollo sustentable es un camino necesario.

Los trabajadores, entendemos que el concepto de desarrollo sustentable se juega en cuatro dimensiones: ecológica, social, económica y política.

La ecológica se refiere sin titubeos a la necesidad de resolver la vida presente y futura del plantea, con especial énfasis en aquellos sectores que ven su rumbo de vida sometido a cambios estructurales que ponen en peligro su propia integridad.

El segundo ítem, es de estricta justicia y más desde una visión de clase como tenemos los trabajadores. No podemos aceptar que la ley del dinero sea la que regule el acceso a los bienes ambientales. Hablamos de igualdad, de terminar con una injusticia que cada vez es más amplia.

La dimensión económica debe ser redefinida, no puede el mercado regular y decidir que se hace con nuestro planeta. Otro deber ser el orden, otro el rol de los países y las regiones.

Por último, la política, el derecho a ser parte, que cada ser humano pueda opinar, más democracia, más participación. Es el futuro de muchas generaciones el que está en juego.

Hoy, cuando el concepto de desarrollo sustentable está totalmente banalizado, está en boga la llamada “economía verde”, pero que no se sabe qué es, quién la financia y cómo se aplica. Da la sensación de ser “un cheque en blanco” y el que lo recibe actúa a su entender o interés. Parece más ligada a una propuesta neoliebral, de libre comercio con el clima.

Una solución real, requiere un cambio del modelo productivo, de distribución y consumo a escala planetaria. Los países desarrollados deben asumir sus responsabilidades históricas, a la vez que los países en desarrollo tenemos nuestro derecho a desarrollarnos con modelos alternativos a los conocidos, en armonía con la naturaleza y con justicia social, con uso racional de los recursos naturales, en procesos de consulta con las poblaciones locales.

Ya está en circulación el documento oficial que será negociado por las Naciones Unidas y los Estados miembros: previo a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Río +20), que se desarrollará en la ciudad de Río de Janeiro en junio de este año. Se lo conoce como “Borrador cero” y uno de los problema del mismo reside en que aparece como desvinculado de otras negociaciones, como por ejemplo la de cambio climático. En ese escenario no hubo avances, ni desembolsos de dinero por quienes deberían hacerlo, se está avanzando en la financiarización del clima, en reglas para controlar a los países del sur. Y si, para colmo, pueden ser posibles financiadores el Banco Mundial y el FMI, la estrategia es otra.

Además, señala el uso de tecnología y la transferencia de tecnología para la economía verde, pero hasta ahora esto se reguló en base a las patentes, casi sin transferencia gratuita y solo entre empresas.

Hay mucho que cambiar y debatir rumbo a Río+20 y desde CTA, desde una visión de los trabajadores, realizaremos en la Argentina la Conferencia Internacional Hacia Río+20 “Visión política de los trabajadores sobre el desarrollo”, los días 28 y 29 de marzo.

El debate del desarrollo sustentable deben dejar en claro el rol central de los trabajadores y las organizaciones sociales. Sin ellos, no hay modelo inclusivo, justo e igualitario.